Adiós, Michigan

06/08/2022

En el aeropuerto, nos sorprendió que no hubiera demasiada gente y que no tuviéramos que deshacer nada de nuestras maletas. Ni líquidos, ni ordenadores portátiles.
Por supuesto, tuvimos que quitarnos los zapatos, pero todo se hizo en pocos minutos.

Luego llegó otro correo electrónico diciendo que nuestro avión salía aún más tarde. Esto cambió dos veces más. La primera vez fue a las 20:26 en lugar de a las 19:53. Finalmente, el avión llegó y despegamos poco después de las 21:00 horas.

Como el avión era relativamente pequeño, nos quitaron las maletas para ponerlas en la zona de carga. No cabían en el compartimento superior.

Se disculparon varias veces por el retraso del avión, y resultó que había una gran tormenta en Charlotte, por lo que el avión no pudo despegar a tiempo; por eso sufrimos el retraso.
De camino a Charlotte, no hubo tormenta, afortunadamente.
Había muchos pasajeros en tránsito. Charlotte es también un aeropuerto de tránsito importante, por lo que anunciaron que el avión intentaría volver a Charlotte más rápido a pesar del retraso, pero la seguridad es lo primero, por supuesto.
Por cierto, estuvimos en Charlotte muy rápidamente, ¡en 1 1/4 horas!

Las maletas estaban colocadas en el pasillo, así que, afortunadamente, no tuvimos que correr hasta la cinta de equipajes.
Sin embargo, el avión se detuvo en la esquina más alejada del aeropuerto, así que tuvimos que caminar mucho antes de llegar a la salida.

Y ahí está la locura habitual, ¡siempre! Siempre hay mucho ajetreo, bocinazos, control de tráfico, etc. Pedimos un Uber, y el conductor estaba en algún lugar del aeropuerto, pero tuvimos que esperar un poco en la gran multitud para encontrarnos.
Por cierto, era un conductor francés que hablaba inglés y francés según el sistema de Uber. Pero resultó que no sabía realmente inglés. De hecho, no sabía en absoluto. Su coche era atractivo: ¡era muy cómodo! Había cables LED en el coche, y el conductor ponía vídeos de YouTube - principalmente para su propio entretenimiento - 😀 .
Llegamos a casa a las 11 de la noche.
Preparamos rápidamente el néctar para los colibríes, deshicimos las maletas y nos volvimos a dormir después de una ducha rápida.

¡Fue una semana muy intensa!

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